La comunicación desde el movimiento y aprendizaje
Según Fleischer el movimiento es algo esencial del aprendizaje que confluye entre lo individual y lo colectivo, y es una manifestación de la vida misma, por ejemplo, cuando escribimos, nos conectamos con los pensamientos mientras movemos la mano, muchas personas tienen una clara tendencia a pensar mejor y con mayor libertad cuando se ocupan de una labor física repetitiva que demande poca concentración.
Cuando hablamos, podemos organizar y elaborar los pensamientos, al hablar de lo que hemos aprendido, los movimientos físicos de la cara interiorizan y lo significan en las redes nerviosas. El movimiento de la cara hace posible que el rostro exprese alegría, tristeza, ira y amor, a lo largo de nuestra muy humana manera de hacernos entender.
También el movimiento despierta y activa muchas de nuestras capacidades mentales, así como afianza la información y la experiencia en nuestras redes de conocimiento, que son vitales para todas las acciones que efectuamos, que representan un evento sensorial y motor vinculado con la íntima comprensión de lo que es el mundo físico y de las ideas. Al personificar y expresar todo lo que aprendemos, lo que comprendemos y lo que somos en función del aprendizaje y el movimiento.
El movimiento nos alinea para que percibamos los olores, que le darán pie a la memoria para recordar antiguos sucesos. También para captar los sonidos, que formarán las imágenes internas para nuestra protección y compresión. Gracias al movimiento podemos sentir el viento en la cara, sólo por aprender lo que se siente.
Fuente consultada:
Fleischer, K. (2004), Una Experiencia en Movimiento Auténtico: Entre lo individual y lo colectivo, Campo Grupal, Buenos Aires.
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